Jamás hubiera pensado que un día sería yo quien anduviese por la calle en busca de una nueva oportunidad, esperando que la próxima persona a la que me dirigiera, tuviera el detalle de escucharme.
Nunca pensé que junto a mí caminaran la tristeza y la desesperación. Siempre sobre mis espaldas. Cargando con ellas de forma que en algunos momentos me obligaran a parar y tomar aire. Aire que me recordaba las razones que tenía para seguir adelante..