Lunes, siete a.m. Nada mas salir del portal, frené en seco. Entre dos adoquines, débil y solitaria, crecía una flor casi como un milagro. Ahí me di cuenta de que el aire olía dulce, que los árboles se habían renovado y que a mi alrededor, la naturaleza, comenzaba a vestirse de gala. Miré mi jersey y sonreí, tenía que volver a subir.
Ya era primavera. No podía vestir de negro.
Este microrrelato forma parte del conjunto de otros tantos que componen un libro llamado "Primavera". Estoy teniendo suerte con ellos, parece ser, espero que os estén gustando y como en los anteriores, podéis ver como adquirirlos en el apartado de libros.
Ya era primavera. No podía vestir de negro.
Este microrrelato forma parte del conjunto de otros tantos que componen un libro llamado "Primavera". Estoy teniendo suerte con ellos, parece ser, espero que os estén gustando y como en los anteriores, podéis ver como adquirirlos en el apartado de libros.