—Sé que estáis ahí. No es la primera vez que me traen a esta maldita habitación. No, no es la primera vez, así que sé, que estáis ahí.
Vale ¿qué es lo que queréis que diga? Porque sinceramente yo no tengo nada que decir, y no me gusta estar aquí sin motivo. Ya veo… no me lo vais a poner fácil ¡vale!
—¿Qué queréis que os diga? Yo no hice nada. No me he saltado las normas, no he dejado ni un día la medicación. Ni-un-solo-día. Mi vida estaba centrada, y volvéis como si nada, como si tuvierais derecho, y me internáis de nuevo. Y ahora, esto.
—¿Qué queréis que os diga? ¿Qué sé lo que pasó? ¿Qué sé lo que hacía yo allí? se nota que vosotros no os ponéis hasta el culo de pastillas.
La mitad de los días pasan, simplemente pasan. Uno tras otro, uno tras otro, sin pena ni gloria sin nada especial y aún así, tengo lagunas en las que no sé lo que he hecho por las putas pastillas.
No quisiera pensar que vivo como la mayoría de vosotros. Con esos días que empiezan y acaban igual que el anterior. De casa al trabajo del trabajo a casa, mientras no te das cuenta del paso del tiempo, mientras no te enteras de los pequeños detalles, mientras te olvidas o retrasas tus sueños. Conformándote. Hasta que es demasiado tarde y piensas :“¡Qué mierda de vida he llevado!, ¡Con la de sueños que yo tenía!” y entonces ya solo te queda eso… soñar… ¡la diferencia es que vosotros sois gilipollas y se supone que yo estoy loca! ¡Yo! ¡Si tuviera en mi mano vuestra libertad!
Libertad.
No recuerdo qué hacía ese día a esa hora por el vecindario, creo que me atrajeron las luces de las sirenas, su sonido. Supongo que saldría a curiosear, pero yo no la maté, y lo sabéis. Tampoco sé quién lo hizo y por si os interesa, tampoco os lo diría gilipollas de los cojones. Al menos en eso puedo elegir.
Quiero un abogado, ¡Quiero un abogado! ¡Malditos perros! ¡Pero qué os pasa!
¿Estás ahí? ¿Te doy pena? ¿Te hago pensar?
Pues ¡elige la vida! Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact-disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud: colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos unos trajes en una amplia gama de putos quejidos. Elige el bricolaje, y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá y ver tele-concursos que embotan la mente y explotan el espíritu, mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo, siendo una carga para los jóvenes a quiénes has engendrado para los jóvenes a quienes has engendrado para reemplazarte.
Pero, ¿por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida. Yo elegí otra cosa ¿y las razones? No hay razones ¿quién necesita razones cuando tienes heroína?
—¿Bueno he? “Trainspotting” te la recomiendo. Cojonuda, no toda la mierda esa que os tragáis en los multicines sobrecargados de basura.
Ojalá… estuvierais aquí, en mi lugar, y pudierais sentir lo que se siente. Porque entonces sabríais algo que desconocéis. El significado de la palabra compasión, y sabríais que el concepto de cualquier sociedad está basada en la calidad de su compasión, de su justicia, de ser justos… pero supongo que eso es como pedir a un oso que cague en wáter… para ser una nación de cerdos me parece gracioso que no os lo comáis. Que os follen. Sentenciarme. Jesús perdonó a los bastardos, pero yo no puedo.
Os odio.