Así fue. Él abrió la presentación hablando a un montón de de gente que me apoyó y a la que no se como dar las gracias. Lo hizo tranquilo, sabiendo lo que decía, mientras yo le miraba y pensaba "madre mía, no me queda nada para ser como él" de alguna forma Emilio me lo puso tan fácil, que pude continuar sin quedarme en blanco. Observaba como todos me miraban, cómo mi libro estaba ahí, en montones de cajas esperando a ser comprado. Iba a dar una parte de mí, de mi corazón, tras cinco años de esfuerzo.
Prometo que no pude estar más emocionada, no solo al hablar, sino al firmarlos también. Era como si soñara, como si no pasara en realidad. Pero estaba pasando. Lo mejor de todo es que además me llevé a un amigo que me entendía, me apoyaba, sin creerse más que yo, sin mirarme por encima sino en el mismo plano, con la misma magia.
Y la ilusión de todos los que me quieren echa sonrisa por verme feliz. Gracias los que estuvisteis ese día en "La Trocha" bebiendo caipiriñas, compartiendo mi sueño. Para eso sí que me quedo sin palabras. . .